La realidad virtual tiene muchas aplicaciones y ya forma parte de nuestra vida. Pero su aplicación a la educación es bastante reciente y su desarrollo, escaso. Esto es un gran problema puesto que es un ámbito que no se está aprovechando del inmenso potencial de la realidad virtual e, incluso, se está quedando atrás.
Por otro lado, la incorporación de las nuevas generaciones (millenials y Generación Z) al mercado de trabajo ha suscitado un cambio de paradigma en el mundo empresarial. Este paradigma consiste en entornos de trabajo más colaborativos, barreras jerárquicas menos estrictas y un aprendizaje más personalizado y, sobre todo, entretenido.
Al mismo tiempo, valores como la importancia del trabajo en equipo, la motivación de los empleados, la retención del talento, la sostenibilidad o la Responsabilidad Social Corporativa son vitales.
Adaptarse a esta situación pueden no ser sencillo, especialmente cuando el objetivo es diferenciarse y llevar a cabo estrategias innovadoras.
La realidad virtual aplicada a la educación para concienciar en este sentido resulta muy beneficiosa para las empresas. De este modo, pueden demostrar los compromisos adquiridos y ofrecer un proceso de aprendizaje gamificado para cambiar o reforzar su imagen de marca de una manera novedosa y práctica.
Asimismo, mediante la realidad virtual los usuarios pueden acceder a un aprendizaje más amplio, más global y profundo, pero por encima de todo, diferente, gracias a la inmersión en el mundo virtual.